25 febEL PRIMER IMPULSO

El siguiente es un extracto de un artículo publicado por la Revista Information Technology del mes de octubre de 2013, en donde se le realizó una entrevista a Ezequiel Litichever, Coordinador General de Incubacen. En este texto se relata el trabajo que realizan las incubadoras y cómo funcionan los primeros años los emprendimientos de ciencia y tecnología.

En Buenos Aires, una de las incubadoras que se destaca es Incubacen, la incubadora de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Desde su nacimiento, hace 10 años, se evaluaron 200 proyectos y a 90 se le prestaron asistencia. “Somos una incubadora ‘boutique’. Preferimos tener pocos proyectos con alto potencial y darles alto valor agregado”, cuenta Ezequiel Litichever, coordinador general de la institución, que por estos días viene incubando a unos 20 emprendimientos de los cuales, en los próximos años, nueve se convertirán en empresas.

“Nuestros proyectos no son como un emprendimiento en el que se crea un sitio web y estás vendiendo a los seis meses. Hay algunos que necesitan varios años de investigación, rondas de inversión y otras instancias”, explica y cuenta que se presentaron ocho proyectos ante el EBT Empretecno 2013 de Fonarsec (Fondo Argentino Sectorial), que financia con hasta $2,5 millones para crear empresas. “Creo que es un momento interesante y con facilidades para emprender en tecnología”, dice.

El abanico de emprendimientos es grande. Si bien desde Incubacen no se les da dinero, si proporciona asesoría, mentorías y la red de contactos de la UBA. Hay proyectos en marcha de biotecnología, ingeniería, materiales y electrónica. Uno de ellos llamado TOBEE, es de apicultura de precisión, así como también los hay de bioplásticos y robótica. Dada complejidad de los proyectos, no todos ven la luz exitosa al final del túnel. “La tasa de mortandad es alta, ronda el 70 por ciento. A veces por decisión de los emprendedores que, en algunos casos, se bajan del proyecto. También hay una decisión de la incubadora, que cuando ve que un proyecto no avanza se lo da de baja”, sostiene Litichever.


Fuente: Revista Information Technology – Octubre de 2013